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1 de enero de 2013

El día de Año Nuevo

Me llamo Susana, tengo 23 años y, hace un año, fui violada. Suena duro, para mí también lo fue... pero sólo al principio. Después de celebrar el Año Nuevo en un local de mi barrio, regresaba a casa andando, a eso de las cinco de la mañana. Podía haber cogido el autobús, ya que vivía algo lejos, pero perdí uno y recordé que tardaban mucho en llegar... Así que no me compensaba.

Recorría esas calles a diario para ir de mi casa al trabajo y viceversa, las conocía de memoria. así que no tenía ningún miedo. Mientras andaba, pensaba en la fiesta... Había dado mi teléfono a un hombre joven que había conocido allí y habíamos tonteado un poco... De repente, oí unos pasos que se acercaban a mí corriendo. Antes de que me quisiera dar cuenta, alguien me agarró de la cintura y el pecho.

- Hola, guapa... -oí a un hombre en mi espalda- ¿De dónde vienes?
- Suélteme -repliqué-.
- ¿Tan rápido? -el hombre rió- No.

Quitó una mano de mi cintura y sacó una navaja de su bolsillo y la puso en mi cuello. "¿Entiendes de qué va ésto, verdad?" me susurró al oído. Noté su húmeda voz y con su mano comenzó a acariciarme la cara.

Comencé a temblar. Sus manos estaban ásperas y parecían algo sucias... Bajó la otra mano hacia mi entrepierna mientras acariciaba mi tripa sobre el vestido. No sabía qué hacer... Separó su mano y la colocó en mi espalda, para empujarme hacia un callejón cercano. Me empujó hasta un rincón dónde unos coches aparcados impedían que nadie pudiese ver lo que iba a hacerme. Él, comenzó a besarme el cuello. Sus labios y su rostro tenían el mismo tacto que sus manos. Sus babas comenzaron a mojar mi piel y me empujó hacia una pared... El hombre, recostado sobre mi espalda, agarró mis brazos y los sujetó detrás... Se quitó el cinturón y sujetó mis muñecas con él. Con una mano me sujetaba y con la otra comenzó a acariciar mis muslos, lentamente, de abajo a arriba... Entonces, noté que algo frío, congelado, rozaba mis piernas: era la navaja, que aún la tenía en la mano. Temía que me cortase con ella e hizo que me pusiera más nerviosa de lo que ya estaba. Seguía acariciando mis piernas y noté cómo su respiración se aceleraba... Levantó la falda del vestido y la sujetó con mis propias manos... Puso su tosca mano sobre mis nalgas. Me dio tanto asco que solté un ligero grito.

- Shh... Calla... ¿O prefieres notar la navaja por aquí?

Acarició mi tripa con la navaja mientras se arrimaba a mi por detrás... Noté cómo le excitaba hacerme eso... Estuvo repitiéndolo varios minutos que a mí me hicieron eternos... Se guardó la navaja en el bolsillo y con la mano me acarició la vulva por encima del tanga... Para mi sorpresa, acarició mi clítoris suavemente y empecé a excitarme... No podía creer que aquel asqueroso hombre me estuviese excitando y no quería que así fuera... Pero no podía controlar mi cuerpo, que comenzaba a humedecerse... Siguió acariciándome así y sentía su paquete, en mis nalgas, más duro cada vez. Subió la mano por dentro del vestido, hacia mis pechos. Me agarró uno y comenzó a manosearlo fuertemente. Lo apretaba y lo sobaba con brutalidad. Mis pezones se comenzaron a endurecer y él lo notó. Presionó con sus dedos uno de ellos y lo pellizcó mientras comenzaba a babear mi nuca. Bajó la mano, apartó el tanga de mi entrepierna y metió uno de sus dedos.
 
- Estás muy húmeda, puta... Te gusta que te manoseen, ¿verdad?

Me hubiera gustado haber dicho que no... Pero me di cuenta de que estaba demasiado cachonda... Mientras, dejó de empujarme hacia la pared con la otra mano y la usó para desabrocharse los pantalones.

Podía haber intentado escapar entonces... pero no quería... El trato brusco y animal del hombre me estaba gustando... Oí su pantalón caer al suelo y noté que estaba masturbándose sobre mis nalgas. Sacó el dedo de mi entrepierna y, sin pensárselo dos veces, me introdujo el pene. Grité de dolor. Tenía un miembro verdaderamente grande. Se rió. Nos separó un poco de la pared y dobló mi espalda... Apoyó su mano en mi cabeza que estaba completamente apoyada en la pared. Mi cuerpo, doblado, dominado por él. Rodeó con un brazo mi cintura, para acariciar mi clítoris y, con la otra mano, agarró fuertemente mi cabello y tiró de él. Metía y sacaba su enorme falo de mi vagina. A mí me dolía y este dolor me producía placer... Cada vez me humedecía más y deseaba que aquello no acabase. Quitó su manos de mi clítoris y llevó su mano al bolsillo de la chaqueta y volvió a sacar la navaja... Mis piernas comenzaron a temblar... pero no de temor... Estaba más excitada que nunca. "Sé que te gusta, zorra. " me susurraba él.

Soltó también la mano con la que me agarraba el pelo y dejó de penetrarme... Excitado, con la respiración entrecortada, comenzó a rajarme la parte superior del vestido... Tiró un poco con las manos y mis pechos quedaron al descubierto. "Tienes unas tetas muy grandes, puta... Me encantaría comértelas", se agarró a ellas mientras volvía a penetrarme con fuerza. Hasta ahora había intentado retener los gemidos y los gritos, pero no podía más... Comencé a gritar de placer. Se aceleró al oírme gemir y empujaba con más fuerza. Soltó mis pechos y con una mano tapó mi boca. "¡Calla! esto te va a gustar más..." Y con la otra levantó mi cuerpo y me empujó hacia la pared de nuevo. Sacó su pene de mi vagina y noté como sus dedos humedecía mi ano. A penas pude sentirlo, ya que inmediatamente introdujo su pene, de golpe. La mano que tapaba mi boca impidió que soltase el grito más profundo de mi vida... Jamás había practicado sexo anal y el dolor era insoportable. Se me saltaron las lágrimas y él lo notó. Tiró de mi cabello hacia un lado, para poder verme la cara... Se rió. Apenas pude verle la cara, pues las lágrimas, el maquillaje movido y los nervios me impidieron hacerlo. "No llores, zorra, que todavía no he terminado y vas a disfrutar...".

Estaba completamente pegado a mi espalda, notaba su sudor y su aliento en mi nuca. Comenzó a besarme el cuello. Con una mano comenzó a masajearme los pechos y con la otra, el clítoris... Después del dolor de la penetración había dejado de gemir, pero sus manos hicieron que no pudiese evitarlo y volví a hacerlo. Noté de nuevo su aceleración al oír mis gritos y me penetraba el ano con más fuerza. Poco a poco, dejé de notar tanto dolor y comenzó a excitarme... Me metió dos dedos en la vagina y me masturbó brutalmente... Comencé a excitarme demasiado, mis gemidos se habían convertido en gritos muy sonoros. Me iba a correr y él lo notó...

"¿Ves? Te dije que te iba a gustar... Eres una puta..." Me comenzó a pellizcar los pezones y entonces no pude evitarlo... Solté un gran gemido y estallé... Noté por mis piernas cómo chorreaba... Ni siquiera tuve tiempo para reaccionar, porque segundos después, el hombre sacó su pene y giró mi cuerpo. Puso sus manos sobre mis hombros y tiró hacia abajo para que me arrodillase. Le miré a la cara, aunque ya poco me importaba quién fuese. De un golpe, introdujo su pene en mi boca, hasta la garganta, y sujetó mi cabeza para que no pudiese sacarlo. Comencé a ahogarme, ya que mi respiración aún era acelerada por el orgasmo. Sujetó fuertemente mi cabeza y sacó su pene por completo... Respiré profunda y sonoramente y volvió a introducir su miembro... Esta vez, lo sacaba e introducía más rápido. "Cómetela", me dijo, "Chúpala". Dejó el pene fuera de mi boca y me lo arrimó suavemente hacia los labios... Comencé a chupársela... Pasé mi lengua de arriba a abajo y la introducía poco a poco en mi boca... Soltó una mano de mi cabeza y comenzó a golpearme las tetas... Las abofeteaba y pellizcaba mis pezones. Me llamaba puta y me gustaba... Comencé a gemir de nuevo. Él sonrió y me introdujo su pene hasta la garganta de nuevo... Esta vez, además tapó mi nariz y sentía que me ahogaba por completo. Sin quitar mover las manos, sacó el pene y lo introdujo con fuerza varias veces... Entonces, agarró mi pelo y tiró hacia abajo, puso su pene sobre mi cara, que estaba completamente hacia arriba y gimió de placer mientras se corría... Su semen llenó mi boca y manchó gran parte de mi cara. Con la voz entrecortada, dijo:

"Pero qué zorra eres... ¿Te gusta mi leche?" Me tapó la nariz y la boca para que me tragase su semen... Así lo hice, aunque no hubiera sido necesario que me obligase a ello... "¡PUTA!" Se limpió el pene con mi vestido y se abrochó el pantalón. Me levantó del suelo tirando de mi brazo y me volvió a poner contra la pared. Sacó la navaja del bolsillo y la puso en mi cara "Una sola palabra de esto a alguien y te mato, zorra" Asentí, con la cara llena de semen, y me quitó el cinturón, aunque no me atreví a moverme. Me golpeó las nalgas, se puso el cinturón y se fue corriendo.

Me limpié la cara con el vestido y lo agarré por todas partes para que nadie pudiese ver mis pechos de vuelta a casa. Jamás volví a ver a aquel hombre... Fui violada... pero tuve el mejor orgasmo de mi vida.

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